Leído con avidez y sumo interés gran parte de este hilo, pues al igual que la mayoría de ustedes, uno ya tiene unos poquitos años y empieza a dejar atrás la juventud.
Observo que, pese a las diferencias locales, no había gran diferencia entre la fauna ochentera y noventera en una y otra ciudad.
En Zaragoza, teníamos a todo un clásico de los recreativos de barrio que eranlos gitanos pidiendo los 20 duros ("ja primico, que como no me los des te rajo, por mis muertos") a los que se sumó una nueva especie a principios de los años 2000: los moros.
Tengo una anécdota con estos últimos aquí en Zaragoza saliendo de la Pachá ("ande vas? A Pachá la tarde", todo un clásico") allá por 2001.
Nos cogieron a unos cuantos a punta de navaja y nos pusieron en fila india para llevarse los móviles.
Por aquel entonces yo tenía un Maxon Odín, un mazacote que podía haber servido tranquilamente de tocho en una obra, ya por entonces era un móvil pasadísimo de moda.
Al pasar por mi lado y pedirme el móvil, cuando vieron mi anticualla se echaron una mirada, se rieron y me dijeron "toma, chaval. Que bastante tienes llevando esto por la calle como para que encima te lo quitemos. Has tenido suerte."
Por lo demás, tampoco puedo hablar mucho de anécdotas con los canis, básicamente porque me he criado en un barrio plagado de ellos y mis propios amigos lo eran.
La jota, pese a que quien escucha Violadores del Verso pueda pensar lo contrario, es un barrio donde en mi época era todo Dios cani (aquí eran los 'cos' por el repetido uso de dicho localismo) y no escuchaba rap ni Cristopher (eso era de los pijos del barrio Romareda y universidad) sino que escuchaban makina, que era como vuestro breakbeat pero con base hard acompañando al subidón en vez de base de break y sobre todo Coliseum, que era la discoteca famosa de por aquí.
Pero los canis/cos no eran en su mayoría amantes de incomodar a otros jóvenes, aunque había de todo, pero eran menos macarras y más pastilleros.
Al menos por la parte que me ha tocado, decir que mis amigos eran en general buena gente.
P.D.: Aquí, a lo que llamabais chupaposte y demás apelativos, para nosotros era estar de palomero.